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Joven regaló sus tenis a reciclador que andaba descalzo
Hoy en día es normal ver videos que se viralizan en redes sociales por cualquier reto o moda que se hace tendencia, o también porque los protagonistas son personajes conocidos en el mundo del entretenimiento, pero a veces, es poco normal ver contenido que genere sensibilidad dentro del público por imágenes emotivas.
Eso ha sido todo un debate que se ha abierto en los últimos años, sobre todo con la llegada de las aplicaciones que viralizan a los creadores de contenido, que a pesar de contar con millones de seguidores en sus respectivos perfiles y por la fama que adquieren en un cerrar de ojos, también reciben críticas por el poco, o nulo, aporte que dan desde sus publicaciones a la vida de las personas.
Por eso es que cuando salen a la luz videos emotivos, es que se viralizan en muy poco tiempo y le dan sentido a una humanidad que se resigna a perder del todo su sentido de caridad y misericordia. Un ejemplo de esto último es una situación que sucedió en una calle de un barrio en Rosario, Argentina, entre una persona del común que iba caminando y de repente, se compadeció con un habitante en condición de calle.
Este último personaje estaba caminando descalzo y empujando una carro de mercado en donde llevaba el cartón y otros elementos reciclables que recogió de las canecas. Por estas épocas, en el sur de Suramérica azotan las altas temperaturas, por lo que impresionó un poco ver a este hombre dando pasos a pie limpio en el caliente asfalto de la calle.
De repente, y con mucha sorpresa, un joven que iba cruzando un semáforo peatonal se detuvo para tener piedad de este reciclador. Se quitó sus tenis y se los regaló, en un acto de misericordia que muy pocos se atreven a realizar y desprendiéndose de cualquier apego material con tal de servirle al prójimo.
Tal fue el asombro que generó el gesto de este joven, que fue entrevistado por un medio de comunicación local, en el que entregó detalles sobre el emotivo momento, y con mucha humildad, solo contó que «le pregunté cuanto calzaba. ‘41′, me respondió y le dije: ‘mira justo igual que yo. Así que te doy mis zapatillas'».