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En el mundo

Político millonario fue condenado por traficar a un joven para quitarle el riñón y dárselo a su hija

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Según los reportes de autoridades y distintos organismos gubernamentales y no gubernamentales en el mundo, la compleja práctica de la venta de órganos ha tomado fuerza. La crisis económica de diferentes países está entre las razones que sobresalen para ‘justificar’ la decisión de personas para ofrecer en vender sus órganos a cambio de dinero, según los reportes. 

Por ejemplo, el diario turco BirGum afirma que los turcos venden sus hígados y riñones para saldar sus deudas. Sin embargo, también persisten las peligrosas redes de tráfico de órganos.

Esta semana el tema volvió a estar en el debate público después de que un importante político fuera condenado tras ser hallado culpable de traficar a un hombre para quitarle un riñón y dárselo a su hija.

Se trata de un rico político nigeriano, su esposa y un médico quienes irán a prisión tras la condena que dio un tribunal de Londres por traficar a un comerciante callejero de Lagos al Reino Unido para extraer ilegalmente su riñón para un trasplante para su hija gravemente enferma.

Se trata de Ike Ekweremadu quien fue sentenciado a nueve años y ocho meses en el primer juicio por sustracción ilegal de órganos del Reino Unido, mientras que su esposa Beatrice, de 56 años, fue sentenciada a cuatro años y seis meses.

El médico nigeriano Obinna Obeta, de 51 años, descrito por los fiscales como un intermediario, fue condenado a 10 años. Los tres fueron condenados en marzo por conspirar para organizar el viaje de un hombre para extraerle los órganos.

El increíble caso

Los fiscales dijeron que la pareja trajo al hombre al Reino Unido en febrero del año pasado con la oferta de unos miles de libras por su órgano y la promesa de trabajar en el Reino Unido.

El caso salió a la luz cuando el hombre, que se ganaba la vida en Lagos vendiendo repuestos de teléfonos en un mercado, acudió a la policía diciendo que había sido objeto de trata y que alguien estaba tratando de extraerle el riñón.

El trasplante propuesto no se llevó a cabo porque un consultor del Royal Free Hospital de Londres comenzó a sospechar de las circunstancias que rodeaban al donante propuesto, de unos 21 años cuyo nombre no puede ser identificado por razones legales, a quien la familia había tratado de hacer pasar por el primo de su hija.

Sonia Ekweremadu, la receptora prevista del órgano y que tiene una enfermedad renal grave y en deterioro que requiere diálisis, fue declarada no culpable.

El caso fue juzgado bajo la ley de esclavitud moderna y sería el primer enjuiciamiento exitoso por una conspiración de sustracción de órganos. En la sentencia, que fue televisada, el juez encargado declaró que “el tráfico de personas a través de las fronteras internacionales para la sustracción de órganos humanos es una forma de esclavitud que trata a los seres humanos y las partes de su cuerpo como mercancías que se compran y venden. Es un oficio que se aprovecha de la pobreza, la miseria y la desesperación”.


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